Princess Cruises: ¡el itinerario Riviera Mexicana!


Navegar con Princess Cruises a lo largo del itinerario de la Riviera Mexicana fue una experiencia memorable, que combinó el encanto atemporal de los cruceros con la comodidad y las innovaciones modernas.

Desde el momento en que suena el famoso tema de “El Barco del Amor” en cada salida, uno se siente transportado a una atmósfera única, cargada de nostalgia y magia marina. Un pequeño detalle que evoca recuerdos y hace que este crucero sea aún más especial. Desde el embarque, me impresionó la eficiencia y la impecable organización de Princess Cruises. Los procedimientos tanto de embarque como de desembarque se realizaron con una fluidez extraordinaria, eliminando cualquier tipo de estrés y permitiendo disfrutar plenamente de cada instante.

El Medallion, una innovadora tecnología introducida por Princess Cruises, fue un elemento clave en esta experiencia. Este pequeño dispositivo inteligente lo simplifica todo: abre automáticamente la puerta del camarote, permite localizar a tus compañeros de viaje e incluso pedir comida y bebidas a través de una aplicación. Además, gracias a la geolocalización, los camareros pueden encontrarte en cualquier lugar a bordo. Esta atención al detalle añade un toque de modernidad y personalización que hace que el crucero sea aún más agradable.

En cuanto al entretenimiento, aunque los espectáculos podrían carecer de un poco de espectacularidad, siguen siendo agradables de ver. Las actividades a bordo, como concursos de preguntas y respuestas, juegos musicales y competencias de cócteles con los oficiales, crean un ambiente distendido y acogedor. La fiesta de Nochevieja, si bien organizada con elegancia, terminó un poco temprano, una elección que parece reflejar las preferencias de una clientela orientada al relax y la tranquilidad.

El paquete Princess Plus resultó ser un verdadero punto fuerte durante el viaje. Incluye bebidas premium, dos postres especiales al día (¡casi imposible de aprovechar al máximo dada la generosidad de las porciones!) y un Wi-Fi de excelente calidad. Este paquete, combinado con el acceso a dos restaurantes informales, añadió un toque extra de lujo y comodidad a la experiencia.

La gastronomía fue uno de los aspectos más destacados del crucero. Tanto en los restaurantes gourmet como en el buffet Marketplace, cada plato fue un verdadero placer para el paladar. Disfruté especialmente la posibilidad de saborear hamburguesas, pizza e incluso palomitas por la noche, especialmente durante las proyecciones de películas al aire libre: una experiencia relajante y divertida. Además, la amabilidad de los camareros, que recibían a los huéspedes en la entrada del buffet ofreciendo café, zumo de naranja o agua, confirmó la excelencia del servicio.

Las bebidas merecen una mención especial: la variedad y la calidad de la oferta son notables, con cócteles generosos y sabrosos, además de bebidas alcohólicas y no alcohólicas que a menudo se sirven en botella o en lata, un pequeño lujo que marca la diferencia. El límite de 15 bebidas alcohólicas al día es más que razonable y ayuda a mantener un ambiente agradable para todos.

En cuanto a las actividades, aunque el barco no dispone de una piscina cubierta, las numerosas piscinas al aire libre y jacuzzis lo compensan con creces. También aprecié las áreas dedicadas al golf, baloncesto y pádel. Además, actividades como el bingo y las subastas añadieron momentos de entretenimiento a mis días. Por la noche, la Silent Disco y los conciertos en vivo, acompañados de un talentoso pianista, crearon una atmósfera elegante y animada que me encantó.

Las escalas de este crucero fueron simplemente espectaculares, y cada una me dejó un recuerdo especial. Cabo San Lucas me conquistó de inmediato con su típica atmósfera de destino playero mexicano. Sus playas son espléndidas, perfectas para relajarse o hacer esnórquel. El centro de la ciudad es encantador, con pequeñas boutiques y puestos de comida deliciosa. Pasear por sus calles fue un placer, entre los colores locales y una acogida cálida.

La escala en Mazatlán me permitió descubrir una ciudad más grande y diversa. Como el puerto se encuentra lejos de las principales atracciones, decidimos explorar la ciudad en un taxi abierto, ¡una decisión acertada! Por solo 20 dólares por persona, disfrutamos de un recorrido de dos horas por diferentes barrios y miradores espectaculares. Con el viento en el rostro y el sol radiante, fue una experiencia relajante y enriquecedora.

Por último, Puerto Vallarta fue una grata sorpresa. Para llegar al centro es necesario tomar un taxi, pero vale totalmente la pena. Sus pintorescas callecitas son perfectas para un paseo inmersivo en el ambiente local. Entre restaurantes, tiendas y plazas animadas, me dejé llevar por la energía de la ciudad, apreciando su encanto y vitalidad.

Cada escala tenía un atractivo único, permitiéndome alternar entre playas paradisíacas, exploraciones culturales y momentos de puro relax en la naturaleza.

La experiencia con Princess Cruises fue sumamente agradable y sorprendente: lujo a un precio justo, una atención constante por parte de la tripulación y una calidad de descanso excepcional gracias a la ropa de cama extraordinariamente envolvente. Sin duda, ¡una experiencia para repetir!

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Joris Lemesle

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